Respecto a la Pandemia podemos decir muchas cosas. Teorías “conspiranoicas” sobran. Pero todas se caen a pedazos con cada nuevo muerto. Porque en Santiago Temple tenemos muertos por Covid-19. ¿Importa la cantidad? Claro que no, ese es un mero hecho estadístico. Sino pregunten a cada uno de los familiares que perdieron a un ser amado.
Y están los internados, y familias desesperadas en medio de rezos y súplicas para que ese hij@, herman@, padre, madre o abuel@ vuelva sano y salvo. Porque si esto solo es preocupante, lo es más (esta vez sí) un hecho estadístico: los enfermos –y de gravedad- son cada vez más jóvenes. Ya no hay quién esté a salvo. Cada uno de nosotros podemos engrosar la fila de –otra vez la estadística- los datos de enfermos y defunciones. Nosotros, o nuestros hij@s, o herman@s, o padres o madres. O los abuelos y las abuelas. Siempre ellos, que deben sumar a los dolores de toda una vida transcurrida el ver que quienes deberían cuidarlos (su propia familia, a veces) los están condenando.
Motos, jóvenes, autopista. Nadie puede darse por sorprendido. Si bien el número de vacunados sigue creciendo (el sábado 29 de mayo fueron vacunados otros 60 vecinos), lo que no disminuye es el número de conductas temerarias de pibes y no tan pibes (algunos ya dejaron de serlo hace mucho tiempo) que parecen no tomar en cuenta (ni ellos ni sus familias) que están siendo cómplices de las muertes. Suena duro. Pero es hora de llamar las cosas por su nombre. Porque el número de infectados sigue creciendo (ayer tuvimos 7 nuevos casos, los que se suman a los 91 que había).
¿Y en el camino qué pasa?
No dejamos de culparnos unos a otros.
Padres de esos jóvenes que piden que algún tipo de autoridad de seguridad omnipresente haga el trabajo que ellos deberían hacer desde la casa.
Jóvenes que, amparados en una inconciencia cultural adquirida, deciden encarnar el rol de escapistas sin tomar en cuenta que este tipo de conducta cool los transforma en “cazados” por una fuerza –el virus- que no pueden controlar, y que terminará llevándose a las personas que más quieren.
Adultos con regresión juvenil que en nombre de la libertad de los cuerpos están condenando a otros cuerpos –incluso a los suyos propios- a la desaparición (y al dolor de muchos otros).
Autoridades que bajo la excusa –cierta o no, eso poco importa- de potestades jurisdiccionales accionan poco y nada para parar o –al menos- intentar controlar el descontrol.
Medios de comunicación –o confusión- que foguean discusiones políticas estériles –al menos para los momentos que vivimos- a cambio de monedas o poder.
Un Gobierno Provincial que mira desde lejos, con desdén y pasividad, cómo las cosas pasan intentando cosechar conciencias que poco han colaborado en sembrar.
Y mientras tanto, la culpa siempre es del “otro”. Ese otro que no soy yo y que nunca son los míos.
Y mientras tanto se nos siguen muriendo vecinos.
Hoy somos uno menos en nuestro pueblo y toda una familia lo llora.
Si no reaccionamos a tiempo serán –seremos- muchos más los desaparecidos y lo que lloraremos.
Y así estaremos hasta entender que no hay un OTRO al que podemos culpar, sino un NOSOTROS al que debemos salvar (y a través del cual seremos salvados).
De eso dependen nuestras vidas, y las de los seres que más amamos.
Fuente: Facebook Canal Dos Temple TV