Se puede hablar de “Quito” Mariani como un referente religioso y social de Córdoba. Se puede decir que fue transgresor, crítico y audaz. También que fue un activista, que trabajó por el bien de quienes lo necesitaban. Guillermo Mariani fue y será reconocido por todo eso pero, fundamentalmente, por ser un hombre que llevó la fe a la práctica y entregó todo de sí en cada comunidad de la que formó parte.

“Quito” cursó sus estudios eclesiásticos en el Seminario de Córdoba, además de realizar estudios parciales de Psicología y Sociología en la UNC. Se unió oficialmente a la iglesia católica en 1951 y desde entonces sería conocido como el Padre Mariani. En todo lugar al que la vida lo llevó se entregó a predicar con coherencia y sabiduría: Villa María, Río Ceballos, la parroquia “Nuestra Señora del Valle de Villa Belgrano” (más conocida como La Cripta).

A lo largo de los años editó cinco libros de poemas, cuatro de reflexiones y diversos textos. Trabajó como docente, además de dedicarse a su misión como párroco; estuvo durante un tiempo al frente del micro “Evangelio y realidad”, con el que se cerraba la emisión televisiva de Canal 10, participó y colaboró en innumerables ocasiones con la prensa.

En junio de 2004 presentó su autobiografía. “Sin tapujos, la vida de un cura” fue un trabajo polémico. Allí, “Quito” destacaba los momentos más relevantes de su vida. Entre ellos, muy brevemente relataba sus experiencias sexuales y criticaba con dureza el celibato sacerdotal. A lo largo de sus páginas, “Sin tapujos” examinaba dogmas y discutía con algunas de las prácticas más arraigadas del catolicismo. En mayo de 2006 llegaría “La Gran Máscara”, una novela que se pronunciaba sobre el contexto eclesiástico de aquel entonces. Mariani volvió a cuestionar la hipocresía y la severidad extrema de la Iglesia, especialmente frente lo sexual.

De esta manera, y en medio de polémicas, el 25 de junio de 2006 el sacerdote renunció a su condición de Cura Párroco y se despidió de la comunidad de “La Cripta”. Aun así, nunca abandonó su estado sacerdotal.

«A pesar de los años sigo manteniendo que la profecía de Dios se da en todo lo que nos rodea y no en un templo«, diría años más tarde Mariani en una entrevista en Canal 12 de Córdoba.

«Cielo e infierno son imaginaciones populares que entran en una visión de lo angelical y demoníaco que la Biblia sacó del Antiguo Testamento. Yo creo que todos vamos a estar en ese Dios que ha estado en nosotros en este camino en la tierra«, diría también en una entrevista.

En septiembre de 2020 se estrenó «Quito Mariani, el Documental», una película dirigida por Andrés Dunayevich que formó parte del ciclo «Antes del fin». El film, que rescata una trayectoria de lucha y de fe, puede verse en YouTube.

Guillermo “Quito” Mariani vivió mucho: visitó Roma, formó parte del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, estuvo presente durante el Cordobazo, el Calerazo, el Viborazo, el Navarrazo, el Golpe del 1976, la persecución y el exilio, nuevamente la democracia y todo lo que vino después (ajustes, desempleo, crisis). Siempre se ubicó junto a quienes lo necesitaban, acompañando y denunciando. El sitio sintapujos.org sintetiza la presencia y acción eclesial de Mariani cuando la define como contestataria, “originando fervorosas adhesiones y encendidos rechazos«.

Este hijo de Villa del Rosario, que proyectó el nombre de su ciudad natal a lo largo de toda su trayectoria, supo hacerse un poco de cada lugar en que estuvo. De ahí, quizá, que sea recordado con tanto sentimiento.

“Quito” partió a sus 94 años, el 1 de julio de 2021, a la madrugada. Sus familiares aseguraron que abandonó este mundo “acompañado y en paz”.

Será recordado por todo lo que hizo y, en la memoria de aquellos que lo conocieron y que compartieron tiempo con él, en anécdotas e historias. HECHOS, por su parte, lo recordará siempre con el mayor de los cariños. Marini fue columnista del medio durante tres décadas y siempre ayudó, generosamente, a que crezca.

En las redes, innumerables manifestaciones de tristeza y congoja destacaron la valía de un cura que supo estar siempre al lado de quien lo necesitara.