La obra impulsada por la gestión del intendente Martín Gill revaloriza un espacio central de la ciudad que está en camino a ser declarado Monumento Histórico Nacional.
Cuando se habla de Francisco Salamone, el foco suele ponerse sobre las obras concretadas por este particular arquitecto ítalo argentino en localidades pequeñas y medianas del interior de la provincia de Buenos Aires. Pocas veces se hace mención a su trabajo previo, algunas de cuyas huellas quedaron en el sudeste cordobés.
Villa María alberga como un tesoro y una marca de identidad a la Plaza Centenario, donde Salamone puso de manifiesto su calidad creativa y su genio arquitectónico. Un espacio en el corazón de la ciudad que ahora está siendo restaurado con una visión patrimonial, con la mirada puesta en el objetivo de devolverle el esplendor con el que, en 1934, la diseñó el arquitecto.
La de Plaza Centenario es una de las obras insignias de la gestión que lidera Martín Gill en Villa María. En este sentido, el mandatario subrayó días atrás, en una visita al espacio, que las tareas que allí se llevan adelante constituyen un “trabajo artesanal de una obra icónica para la ciudad”.
Según destacó el intendente, con la obra que se desarrolla con fondos gestionados por el municipio ante el Gobierno nacional “estamos reconstruyendo la plaza tal como la pensó Francisco Salamone, y eso implica recuperar y volver a incorporar elementos originales”. Además, precisó que “bajo esta filosofía se cruza la modernización del espacio con iluminación ornamental, tecnologías para las fuentes, circuitos de seguridad eléctrica y cámaras de seguridad”.
El gran valor de la obra de Salamone generó que, tiempo atrás, Gill encabezara las gestiones para que sea declarada monumento histórico nacional. Justamente en ese marco, la obra que se lleva adelante es más que una refuncionalización del espacio público, porque apunta a restaurar un bien patrimonial y cultural de todos los villamarienses. Para alcanzar los estándares de monumento histórico nacional, la intervención está siendo monitoreada de forma permanente por la Comisión Nacional de Monumentos, Lugares y Bienes Históricos.
La declaratoria que se encuentra en proceso permitirá incluir a Villa María en circuitos de turismo cultural, donde el legado salamónico genera gran interés.
Esta particularidad le da a la obra un rasgo único. En efecto, para llevar adelante el proyecto se realizó una minuciosa investigación y reconstrucción de la imagen inicial de la plaza, tal como la proyectó y desarrolló su creador. Para esto se tuvieron en cuenta elementos arquitectónicos, pero también de paisajismo, ya que Salamone integró el mobiliario del espacio con una parquización elaborada en pos de una idea.
Esa idea original es la que llevó al artista a desparramar por toda la manzana, ubicada en el microcentro de la ciudad, elementos que traen a la memoria las aguas del río Ctalamochita, el gran curso de agua que es parte constitutiva de la identidad villamariense. Así, el solado emula las ondas del río, con un diseño zigzagueante en tres tonos de gris.
La obra que se lleva adelante incluye el recambio completo de los mosaicos originales que se vieron fuertemente deteriorados por el levantamiento de suelos por el crecimiento de las raíces, además de la erosión por el paso del tiempo. Para el recambio, se convocó al Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), de modo que se analizaran e identificaran los materiales y pigmentos utilizados en las piezas originales, a los fines de fabricar las nuevas a imagen y semejanza de aquellas.
Tras varios ensayos, se logró alcanzar los tonos, texturas y demás características de las baldosas para reconstruir el solado original.
Fuente: Hechos Media Gráfica Mayo