Estos robos subieron un 400% en dos años. Los ciberdelincuentes simulan ser del Ministerio de Salud o de empresas que dan premios.

En algún momento pasa que se baja la guardia, y eso para los ciberdelincuentes, que siempre están al acecho, es el anzuelo para confundir y cometer el delito.
Un domingo. D.A., hombre de familia de 44 años, todavía no había abierto los ojos cerca de las 9:30 horas, cuando lo despertó un llamado en su celular. En el perfil figuraba el logo del Ministerio de Salud. Una voz muy amable comenzó a pedirle información con el fin de actualizar una base de datos y suministrarle la cuarta dosis de la vacuna contra el Covid. D.A. sospechaba que algo raro estaba pasando.
Sin embargo, desistió de su instinto y hasta hizo oídos sordos de su mujer que, a su lado, le insistía con que cortara la llamada. Estaba a punto de caer en una de las maniobras fraudulentas más extendidas por estos días: el robo de la identidad en WhatsApp.
La voz amable le indica que tenían que colgar y él debía esperar la comunicación de una “llamada del sistema” que le iba a dar un código de seis cifras. Debía anotarlo y suministrarlo en una nueva comunicación para finalizar el trámite. Es lo que ocurrió. Así les dio las llaves de ingreso a su aplicación a los delincuentes virtuales, al mismo tiempo que obstruyó su propio acceso.
Es que WhatsApp brinda la posibilidad de traspaso a otro número o aparato, siempre y cuando se cargue la mencionada clave.
“Rápidamente empezaron a comunicarse con mis contactos pidiendo plata. Estuve así una semana, que es más o menos lo que se demora en poder recuperarlo”, explica a Tiempo D.A., y acota que “a las 12 horas WhatsApp te permite volver a la situación anterior, pero si pusieron un doble pin con un mail de ellos ya no, con lo cual debí reinstalar la aplicación y al pedirme el mail asociado, le indicaba que no lo tenía. El sistema, entonces, empieza una cuenta regresiva que a la semana te lo devuelve”.
El abogado Marcelo Szelagowski llevó a la justicia más de 150 casos similares, sobre todo contra los bancos que se niegan a devolver el dinero a los estafados.
El ingenio del estafador no se agota en la obtención del WhatsApp. Luego debe ser creíble para los contactos de la víctima y que le depositen dinero.
El origen de todos los males
Según un informe que realizó la consultora dedicada a ciberseguridad, BTR Consulting, indicó que WhatsApp es “el origen de todos los males”: ocho de cada diez usuarios de Argentina lo utilizan para el 99% de sus comunicaciones. Junto a Instagram y Facebook “son los vehículos para la mayor cantidad de engaños del tipo ‘cuento del tío’ o ‘Ingeniería Social’.
Esto explica el récord histórico de delitos informáticos y engaños digitales. En los últimos dos años, tras el inicio de la pandemia, los ataques crecieron un 400%.
BTR agrega que hubo “un aumento del 80% en los delitos y estafas on line con impacto económico. Los primeros cuatro meses del año ya reportan un incremento del 200%” y habla de “lobos solitarios y bandas organizadas para estafar y robar pendulando entre las técnicas que involucran recursos de alta tecnología y el engaño típico del Cuento del Tío 4.0”.
BTR destaca que “los estafadores crean historias cada vez más verosímiles apalancadas por la coyuntura: bonos, censo o premios en efectivo; a todos nos gustan las cosas gratis. Las técnicas de phishing son cada vez más sofisticadas para levantar menos sospechas, estamos programados para obedecer a la autoridad”. Al mismo tiempo, destaca la empatía de los delincuentes y la solidaridad de los usuarios, siempre prestos a ayudar ante una urgencia.
Existe un problema basal: en el celular guardamos todo. Claves, apps, cuentas.

Monastersky insiste en la importancia de contar con todas las medidas de seguridad posibles: “hay otra forma de perder el WhatsApp, que es cuando perdés el acceso a tu chip de telefonía. Eso es crucial porque el teléfono tiene muchísima más información que el WhtasApp. El teléfono hoy es la vida, ahí uno tiene vinculadas las tarjetas, los bancos, los correos o te pueden suplantar la identidad de las redes”.
Argumenta que, si la denuncia está bien formulada y se cuenta con todos los elementos probatorios, la justicia en la gran mayoría de los casos falla a favor de la víctima, pero subraya: “bajo ningún concepto se deben borrar los mensajes en cuestión, porque la simple captura no les basta a los peritos para determinar el delito”.
Recomendaciones
Desconfiar de los mensajes con situaciones urgentes, ofertas comerciales o publicaciones virales, aún si se trata de un número conocido.
Ante una sospecha validar la identidad de la persona a través de otro medio. Por ejemplo, una llamada telefónica.
Nunca entregar un código de verificación de WhatsApp, y utilizar un doble factor de autenticación para el acceso, como huella dactilar o reconocimiento facial.
WhatsApp posee la opción de bloquear y reportar los mensajes fraudulentos. Utiliza siempre esta opción ante la duda.
Ante una estafa, no borrar los mensajes ni bloquear al usuario porque se podrían perder elementos importantes ante una eventual pericia informática.
Mantener actualizado el dispositivo y las aplicaciones, para estar al día con los parches de seguridad.