El nuevo esquema podría generar un masivo desvío de divisas desde el mercado paralelo al Banco Central. Son u$s5 millones diarios que saldrían de la oferta

Sergio Massa lo hizo de nuevo: con el dólar para el turista que llega al país dio otro paso en su plan de «devaluación por goteo», que ha logrado reforzar las reservas del Banco Central sin que la presión política del kirchnerismo haya subido al grado de ponerle un freno.
El turismo, después de todo, equivale a la exportación de servicios: es un rubro que no queda registrado en la balanza comercial, pero lo cierto es que cuando un visitante se va del país después de algunas semanas de estadía «se lleva puesto» todos los bifes de chorizo que comió en la calle Corrientes, más la estadía hotelera y las entradas de teatro. Hasta antes de la pandemia, los visitantes dejaban cada año más de u$s2.000 millones en el sistema financiero. Lo cual ayudaba a compensar parcialmente los dólares que se iban por el turismo emisivo, que en una situación normal podía cuadruplicar esa cifra.
Si no estuviera vigente el cepo, las arcas del Banco Central ya habrían recibido este año unos u$s1.800 millones por parte de los visitantes extranjeros. Sin embargo, los datos oficiales muestran que el ingreso acumulado de nueve meses fue de apenas u$s325 millones. Basta con saber que en octubre, después de la tregua del dólar soja, el BCRA tuvo que vender u$s489 millones y que en los pocos días transcurridos de noviembre ya sacrificó más de u$s200 millones para entender la urgencia de Massa por no regalar más divisas.
Para colmo, la perspectiva del verano es mala: después de dos años consecutivos de haber recibido un aporte extra inesperado del campo, este año todo luce en contra, en el contexto de una sequía que afecta la campaña agrícola y con un mercado internacional ya no tan favorable. Entre los bancos y consultoras económicas, abundan los pronósticos que hablan de una corrección devaluatoria inevitable, y mientras algunos creen que Massa podría atravesar de «sequía financiera» hasta que empiece la próxima liquidación sojera, otros pronostican que ya en febrero habría turbulencias.
Ese es el contexto en el que Massa viene haciendo su devaluación selectiva, por sectores. Los hitos de esa política han sido el «dólar soja» -que permitió la liquidación de más de u$s8.000 millones en un mes-, el dólar Quatar, el dólar Coldplay y, sobre todo, la reciente disposición para que los importadores puedan comprar sin trabas si utilizan sus propios billetes verdes desde una cuenta bancaria.
Osea, para ponerlo en palabras de Gabriel Rubinstein -que justificó esta estrategia al comparecer en el Senado para explicar la ley presupuestaria-: «Estamos avanzando en mejorar y en buscar todas las políticas que en algún momento le permitan a este Gobierno o al otro poder dar el salto hacia la unificación cambiaria».
Rubinstein ya adelantó que esa meta de levantar el cepo es imposible de realizarse sin que se genere una fuerte turbulencia económica y que, por lo tanto, demandará un camino progresivo de tres años.