Casi parafraseando a León y a Tarragó en «Carito», en Buenos Aires los festejos son intensos pero no lucen como en la plaza de un pueblo. Hubo 5 millones en las calles porteñas, hubo 15 mil personas en Calchín. El pueblo colapsó para recibir a su crack, al campeón del mundo: Julián Álvarez

Y colapsó Calchín, en el corazón del departamento Río Segundo. Fue con una explosión de pasión, de admiración, de cariño… de amor… de agradecimiento.
El calor imperante, cercano en el mercurio a los 40 grados, se misturó con el calor popular cuando «El Araña» Julián Álvarez entró al pueblo de 2.500 habitantes, con más de 15.000 almas en sus prolijas calles y en su humilde estadio que, desde hoy, lleva su nombre.







Niños, adultos, ancianos… embanderados con los colores nacionales y mucha presencia de River Plate también, saludó su paso en la autobomba, sus palabras en el escenario, su canto vocacional junto a sus amigos de Los Caligaris.
Fiesta total en el pueblo, con el profeta en su tierra, por unas horas, con su medalla FIFA real y dorada en una mano y una copita FIFA de plástico (dorada también) en la otra. Volvió Julián… volvió hecho un campeón el hijo pródigo.
Cabe señalar que la Municipalidad representada por su intendente Claudio Gorgerino declaró ciudadano ilustre a la “araña” y le entregó las llaves del pueblo.



