Cambiar el ritmo, dejarse impactar por la naturaleza, disfrutar del silencio que propone la montaña, recorrer las calles de una ciudad amigable, saborear las especialidades gastronómicas propias de la Patagonia. El destino ideal para conectar cuerpo y alma existe: redescubrite en Esquel.
Por tercer año consecutivo la ciudad de Esquel fue considerada ciudad hospitalaria. Desde sus calles es posible comenzar recorridos que nos permitirán alejarnos por unos días de la cotidianeidad y darnos tiempo para disfrutar desde la calma: un desayuno al pie de la montaña, una caminata por la orilla de un lago, una tarde de sauna o una cena especial de sabores locales. Tiempo para tener tiempo.
Grounding: conectar con la tierra
Aventurarse, decidirse y salir de los espacios de confort ¿cuántas veces decimos que necesitamos aislarnos del mundo por unos días? Un viaje, una escapada de fin de semana largo puede convertirlo en realidad y darnos una cuota extra de serenidad.
Esquel se ha convertido en uno de los destinos más buscados para quienes desean desarrollar actividades o habilidades relacionadas con el bienestar general. Desde hace unos años una nueva técnica terapéutica ha comenzado a acercar curiosos e investigadores del Grounding (también conocido como Earthing) en la búsqueda de acercarse nuevamente a los conceptos naturales, a una reconexión con la tierra y sus virtudes para que vayan influyendo poco a poco en nuestra respiración, para permitirnos aquietar nuestros pensamientos y, de esa manera, conciliar un sueño reparador y mejorar nuestro estado general de ánimo y de salud.
La técnica es simple y consiste en dejar que la piel esté en contacto directo con elementos naturales: caminar descalzo sobre la tierra por los verdes sombreados del Parque Nacional Los Alerces o una recorrida entre las piedras que surcan los lagos cristalinos que rodean la zona pueden influir positivamente en nuestro sentir. De lo que se trata es de una vuelta a los orígenes: dejar que nuestros pies reciban de la tierra un masaje natural mientras nos permitimos respirar tranquilos, desconectar la mente y permitirle a nuestro cuerpo sentir los beneficios que estos momentos nos acercan.
Esta paz. que logramos alcanzar al armonizar nuestro cuerpo con el espacio, nos permitirá disfrutar de otros placeres, de otros secretos y de otros momentos que nos llevaremos a casa para valorarlos.
Parar el cuerpo, activar el paladar
En la ciudad de Esquel la gastronomía local se abre a estas posibilidades imponiendo en sus recetas sabores cuidados, secretos autóctonos, y materia prima regional que, con simpleza y calidad, deleitan.
“Nosotros tenemos una carta variada durante todo el año, pero para fechas como Semana Santa priorizamos algunos platos”, señala Cristian de la Hostería y Restaurante Cumbres Blancas. “El menú especial este año está orientado al risotto
con frutos de mar, la paella y la estrella de la casa que es la trucha patagónica con salsa de limón y papas españolas”, la más elegida entre los comensales y de la cual se conservan los secretos de su especial sabor.
El postre ideal viene en una canasta de merengue, rellena con frutos rojos de la zona, bañada con el mejor chocolate artesanal. Una combinación de texturas, aromas y temperaturas que nos permiten descubrirnos en el placer de compartir una mesa.
El trabajo de la hostería Cumbres Blancas lleva muchos años y, enclavados en ese espacio tan natural, han sabido crear ambientes donde el turista pueda continuar su búsqueda y relajación. Una sala de sauna y un espacio de masajes están disponibles tanto para los huéspedes como para todos aquellos que deseen agregar terapias y relajación en su paso por Esquel. Sólo alcanza con llamar y reservar.
Con los sentidos en la mesa
Lo tradicional y lo patagónico adquiere su forma a través de platos especiales, caseros, con sabores y aromas de la región. Así lo expresa Seba de Don Chiquino, un restaurante que desde hace 33 años abre sus puertas en Esquel. Él, junto a “la China” su señora, llevan 11 años atendiendo viajeros y turistas que se acercan a probar las tradicionales pastas rellenas (de masa casera, obvio) con los mejores sabores de la zona. “Un súper clásico son los ravioles rellenos con trucha ahumada. También los ravioles de salmón rosado en masa negra con salsa de azafrán se imponen para esta época en particular, pero son solicitados todo el año” relata.
Como no podía ser de otra manera, a la hora de lo dulce las frambuesas y los frutos rojos se imponen junto a un volcán de chocolate bien casero o a un brownie también de chocolate artesanal.
“Tenemos muchas expectativas para esta Semana Santa. Visualizando lo que fue el año, la temporada de verano, las distintas épocas, sabemos que vamos a tener una gran afluencia de turistas”, augura Seba.
Razones sobran para ir previendo las reservas que permitan, con tiempo, asegurarse una posibilidad en la mesa.
El tiempo para cada cosa
Pero relajarse también implica no estar pendiente del reloj y eso en La Luna lo saben; por ese motivo su cocina permanece abierta durante todo el día para que los comensales puedan degustar los más exquisitos platos a cualquier hora. El concepto de cocina es amplio en todos los sentidos. “Dejamos que los chefs puedan inspirarse, sorprendernos, elegir los productos que van a servir cada día en sus platos” explica Gonzalo, su dueño y continúa: “Por ese motivo funciona muchísimo el plato que lleva la pesca del día acompañado de verduras u otras creaciones”.
Comer con los sentidos es, sin dudas, el punto de referencia.
Degustar con tiempo, con música, disfrutando el café de cortesía de la casa junto a un exquisito volcán de dulce de leche totalmente casero.
Tiempo de disfrutar.
Eso sí, en el lugar son pocas las mesas y la atención es muy personalizada, motivo por el cual reservar es la premisa.
Esto es Esquel. Un mix de paisajes y colores. De texturas y sabores. De aromas que nos recuerdan, sin estridencias, que la naturaleza está aquí para abrirnos un mundo de posibilidades sin exigir nada a cambio.