El psicólogo que encabezaba la Fundación Dolto fue condenado a nueve años de prisión por el delito de abuso sexual que cometió contra cuatro de sus pacientes.
Bazán fue condenado a nueve años de prisión, pero con el beneficio de prisión domiciliaria. Foto: gentileza.
Un psicólogo líder de la Fundación Dolto en la provincia de Córdoba fue condenado en un juicio abreviado a la pena de 9 años de prisión -con el beneficio de arresto domiciliario- por abusar sexualmente de cuatro de sus pacientes. Además fue inhabilitado de por vida para ejercer su profesión de psicólogo.
La Cámara del Crimen de Córdoba condenó al psicólogo que encabezaba la Fundación Dolto, Marcelo Bazán, por abusos sexuales y también le adjudicaron ocho casos de tentativas de extorsión agravada, coacción y amenazas, en las que además fueron declarados responsables: Ricardo David Torres, de 46 años; Darío Sebastián Luna, de 42; Pablo Ignacio, de 42; Paulo José Sebastián Panico, de 45; Mauricio Fernán Melone, de 43; y Miguel Ángel Libra, de 77.
Este último es el padre de Nicolás Libra, de 46 años, quien también está acusado en la causa, pero permanece prófugo.
La Justicia determinó que Bazán, de 69 años, encabezaba una asociación que tenía visos de secta y en la que captaba a sus propios pacientes a quienes integraba en jornadas de disertaciones y capacitaciones.
El psicólogo condenado tenía una sucursal de su fundación en la ciudad de Carlos Paz donde además tiene una propiedad.
En tanto, se supo que la ex pareja del psicólogo, Paola Flavia Ré Aramburo, de 49 años, fue absuelta en este tramo de la causa.
Bazán era reconocido en Córdoba por su especialización en el tratamiento de las adicciones y trastornos psíquicos graves.
En la elevación a juicio, se indicó que «algunas de las técnicas utilizadas por Bazán habrían consistido en controlar toda la información de sus pacientes, la exigencia de una absoluta devoción hacia su persona en detrimento del entorno personal, familiar y social, la supresión del pensamiento crítico mediante el uso del engaño y la mentira, el debilitamiento psicofísico, aislamiento social y la aplicación de un sistema de premios y castigos».
Además, se agregó que el líder de la organización «habría llegado a controlar y dirigir todos los aspectos de la vida de sus víctimas: psíquico, económico, emocional, familiar, laboral, etc. En ese contexto y, a partir de ese momento, habrían comenzado a suscitarse hechos de violencia sexual, los que se fueron intensificando con el correr del tiempo».