La confirmación del encuentro que el Papa Francisco y Axel Kicillof tendrán en Roma el próximo jueves es el hecho sobresaliente de un encadenamiento de mensajes que la Iglesia católica le viene enviando al gobierno nacional
Ayer hubo un nuevo comunicado apuntado a la gestión libertaria que fue firmado por el equipo de sacerdotes de barrios populares y villas de la Argentina, entre los que sobresalen los padres Pepe Di Paola y Toto De Vedia.
Los sacerdotes emitieron un comunicado en el que convocaron a la misa que celebrará el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), monseñor Oscar Ojea, el próximo 19 de junio, para reconocer, según explica la convocatoria, a las “madres de la patria”, que son “las mujeres que sostienen los comedores en nuestros barrios”. La celebración religiosa se hará en el Santuario de la Virgen de Caacupé, en La Matanza.
“En estos tiempos de crisis y confusiones, nos duele que a muchas de estas doñas se las haya acusado de robar o vender los alimentos. Son ellas las que sufren el dolor de ver que no alcanza la comida de la olla. Varias veces repiten el milagro de la multiplicación de los panes. Son las que dan la cara cuando el Gobierno no entrega los alimentos”, indicaron los curas villeros en el texto publicado ayer.
“¿Qué nos pasó que pasamos de ensalzarlas en la Pandemia a humillarlas ahora? ¿Cambiaron ellas o cambiamos nosotros? ¿Nos hemos transformado en una sociedad que condena a tantas madres que dan vida?”, se preguntaron en un tono muy crítico respecto a la postura que ha explicitado el gobierno nacional en las últimas semanas.
El mensaje fue muy duro contra la Casa Rosada, pero apuntó, con un pedido concreto a todos los sectores que están involucrados en la vida pública y política de la Argentina. “Pedimos recapacitación: a la gente del Gobierno, a los políticos, a los formadores de opinión, a los empresarios, a todos. Jamás imaginamos que tendríamos que seguir discutiendo sobre el reparto de comida. Es escandaloso. Nos duele mucho. ¡No es posible morirse de hambre en la tierra bendita del pan!”, sostuvieron.
Y en esa misma línea, agregaron: “Trabados en pelear por los alimentos no podemos avanzar en proyectos de verdadera inclusión. La cuestión va mucho más allá del galpón de alimentos. En un país con un 55% de pobreza y 18% de indigencia, no podemos pensar que el problema de la comida es psicológico o ideológico”.
El tramo final del comunicado fue tajante y contundente: “No se combate con relatos y redes. Los problemas de asistencia alimentaria tienen que acompañar la realidad que estamos viviendo y actualizarse con la inflación. Nos gustaría pensar que esto es ineptitud y que se quiera mejorar”. Los curas villeros no dejaron lugar a especulaciones sobre su postura.
El malestar aumenta día a día frente a la gestión oficial, la falta de trabajo mancomunado en los lugares más humildes y la demonización del rol del Estado, clave para que los curas, en el anteúltimo eslabón de la cadena, logren contener a los sectores más humildes de la población.
La misa a la que convocan los curas villeros se generó en respuesta a las acusaciones del Gobierno sobre el rol de las organizaciones sociales en el reparto de comida y la existencia de comedores truchos. Lo que molesta dentro de la institución católica es que se “meta todo en la misma bolsa” respecto al discurso de la Casa Rosada sobre la decisión de cortar con intermediarios entre el Estado y la gente. Además, advierten que el Gobierno interrumpió el trabajo de los intermediarios pero no armó un sistema paralelo para que la comida llegue a la gente en forma ordenada.
Pero, además, existe una fuerte molestia por los seis meses que tardó el gobierno nacional en repartir los alimentos almacenados en Villa Martelli y Tafí Viejo. En la Iglesia nunca convencieron las respuestas de la Casa Rosada respecto a las demoras, los controles de stock y la situación para la que estaban almacenadas que, en boca del vocero presidencial Manuel Adorni, era para “situaciones de catástrofes”. Las cuentas no cierran. Los discursos, tampoco.
El mensaje de los curas villeros, en un tono que no es institucional como el de Ojea y García Cuerva, lleva la adhesión implícita del Papa Francisco. Ese grupo de curas, que trabaja en las villas de la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano, fue cobijado e impulsado por Bergoglio cuando era Arzobispo de Buenos Aires. Dicen, por su forma de comunicar, las cosas de una forma mucho más directa y filosa. Una verdad sin matices institucionales.
La convergencia de la Conferencia Episcopal Argentina y los curas villeros en la misa que celebrará Ojea, potencian el mensaje hacia el Gobierno y expone el apoyo del Sumo Pontífice a su contenido: las críticas a la demora en el reparto de alimentos, la demonización de las organizaciones sociales y el pedido de revalorización del rol de las mujeres que atienden merenderos y comedores en los barrios más pobres de la Argentina.