Nuevo plan nacional busca proteger más de 60 especies de aves playeras en Argentina
En un esfuerzo por frenar el deterioro de los ecosistemas costeros y proteger especies en riesgo, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Argentina presentó en julio de 2020 el Plan Nacional para la Conservación de las Aves Playeras. Esta iniciativa fue desarrollada en conjunto con organizaciones ambientalistas como Aves Argentinas, Wetlands International y la Red Hemisférica de Reservas para Aves Playeras (RHRAP), y representa una política pública estratégica que busca proteger a más de 60 especies de aves que habitan, migran o descansan en el territorio argentino. Muchas de estas especies se encuentran en estado vulnerable o crítico, lo que motivó la elaboración de un instrumento que articula investigación científica, gestión ambiental y participación comunitaria.
El plan no fue improvisado. Su desarrollo comenzó en 2016 mediante un proceso participativo que involucró a especialistas, organizaciones de la sociedad civil, comunidades locales, instituciones académicas y organismos estatales. Además, responde a compromisos internacionales asumidos por Argentina, como la Convención de Ramsar sobre los humedales y la Convención sobre Especies Migratorias. Este enfoque colaborativo permitió construir un diagnóstico integral de la situación de las aves playeras en el país y diseñar estrategias que contemplan las distintas etapas de su ciclo de vida: desde los sitios de reproducción hasta los lugares de alimentación, descanso y migración.

El diagnóstico realizado en el marco del plan identificó 62 especies de aves playeras en Argentina. De ellas, 26 se reproducen en el país, 23 migran desde América del Norte —conocidas como especies migratorias neárticas— y 13 presentan una presencia considerada accidental o con registros históricos. Estas aves dependen de una amplia variedad de ecosistemas, como humedales, playas, costas, dunas, salinas y pastizales. Muchas realizan migraciones de miles de kilómetros entre hemisferios, lo que las hace especialmente vulnerables a las transformaciones del ambiente. El informe advierte que más del 10% de las especies evaluadas enfrenta graves problemas de conservación. Entre los casos más críticos se encuentra el del Playero esquimal, considerado en peligro crítico y posiblemente extinto. También se reportan fuertes disminuciones poblacionales en especies como el Playero rojizo y el Playerito canela.
Las principales amenazas a la conservación de las aves playeras en Argentina están relacionadas con la pérdida y degradación del hábitat. El avance de la frontera agropecuaria, el desarrollo urbano sin planificación adecuada, la contaminación de cuerpos de agua y suelos, y la presión del turismo no regulado en zonas sensibles son factores clave que afectan su supervivencia. A esto se suma la falta de información sistemática, actualizada y accesible para la toma de decisiones y la gestión efectiva de estos ecosistemas.
Con un horizonte proyectado hacia 2030, el plan establece una etapa inicial de implementación de cinco años, acompañada de evaluaciones periódicas. Propone la identificación de sitios prioritarios y la selección de especies focales como el Chorlito ceniciento, cuya protección tendría un efecto beneficioso sobre otras especies que comparten su hábitat. Además, plantea un enfoque basado en corredores migratorios, reconociendo que estas aves cruzan fronteras y requieren medidas coordinadas a nivel continental. Para lograrlo, será fundamental el trabajo articulado entre comunidades locales, ONGs, organismos científicos y el Estado.
La conservación de las aves playeras no es solo un objetivo ecológico. También implica un compromiso ético y estratégico con la biodiversidad, el patrimonio natural y el equilibrio ambiental de la Argentina. Estas aves, además de su valor intrínseco, cumplen un rol importante en el equilibrio de los ecosistemas y en el desarrollo de actividades sustentables como el ecoturismo. Con este plan, Argentina avanza hacia una política ambiental sólida, que reconoce la importancia de proteger sus ecosistemas costeros, promueve la educación ambiental y refuerza su compromiso con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y los tratados internacionales en materia de conservación.