La tecnología de defensa israelí atrae fondos globales y redefine el capital de riesgo
La tecnología de defensa se convirtió en el nuevo epicentro de inversiones estratégicas tras el 7 de octubre. En medio de un conflicto considerado existencial, Israel consolidó su rol como referente global, gracias a sistemas como la Cúpula de Hierro y Arrow.
Fondos como Lux Capital —con sede en EE. UU. y activos por 5.000 millones de dólares— ven en esta industria una oportunidad clave. “No invertimos a pesar de que son israelíes, sino porque lo son”, afirma Josh Wolfe, cofundador del fondo, que acaba de crear un vehículo exclusivo de 200 millones para el sector.
La demanda se disparó. Desde empresas emergentes en modo sigiloso hasta gigantes como Anduril —valorada hoy en 28.000 millones de dólares—, las soluciones israelíes generan interés incluso en conflictos como Ucrania o Taiwán.
Para Wolfe, se trata de reducir el sufrimiento humano: “Es más relevante que crear la próxima app de entretenimiento”. El interés va más allá del rédito económico y empuja a firmas como Protego Ventures a replicar el modelo Lux desde Israel.
El capital de riesgo, hasta hace poco volcado al consumo digital, encuentra ahora un nuevo eje en la tecnología de defensa, con respaldo académico, geopolítico y financiero.