El Encuentro Amaal reunió a 180 bailarines y reafirmó el rol de la danza como motor cultural en la región.
El domingo 13 de julio, el Centro Cultural de Santiago Temple se convirtió en escenario de arte, emoción y compañerismo con la realización de la segunda edición del Encuentro Amistoso de Danzas Amaal, un evento que reunió a más de 180 bailarines de distintas disciplinas, provenientes de 12 academias de cinco localidades.

Organizado con pasión y compromiso por las profesoras Angie Gioria y Aldana Sabahini, referentes indiscutidas de la danza en la región, el encuentro consolidó el espíritu de trabajo colectivo que define a la comunidad conocida como la “familia Amaal”. Ellas, año a año, no solo forman técnicamente a sus alumnas, sino que además construyen espacios de crecimiento, contención y proyección artística, preparando con dedicación cada presentación y competencia.
La jornada fue intensa y vibrante: más de seis horas ininterrumpidas de espectáculo, un completo buffet y la calidez de un público que superó los 450 asistentes, confirmaron el valor que este tipo de propuestas tiene para el entramado cultural local. Entre los participantes, se destacaron jóvenes talentos que ya han sido clasificados a instancias nacionales e internacionales, un orgullo para la región y una muestra concreta de que la danza es mucho más que una disciplina artística: es un motor de oportunidades.
Además, el evento contó con el respaldo de sponsors locales, quienes apoyaron activamente la iniciativa, entendiendo que el arte también necesita alianzas para crecer.

Lo recaudado será destinado a una próxima meta ambiciosa: la participación en la Dance World Cup, que se llevará a cabo los días 27 y 28 de septiembre en Villa Carlos Paz, y que podría abrir las puertas a una instancia clasificatoria en Buenos Aires. Un objetivo que no sería posible sin la energía incansable de quienes, como Gioria y Sabahini, entienden que detrás de cada coreografía hay mucho más que técnica: hay sueños que laten fuerte, ensayos nocturnos, familias involucradas y una apuesta decidida por el arte como herramienta de transformación.
Santiago Temple volvió a demostrar que la cultura se vive, se comparte y se celebra. Y que cuando hay compromiso, la danza une, trasciende y proyecta.