La tragedia en Ruta 19 reaviva el debate por la autovía y la conducta vial
Columna de Opinión | Por Redacción Hechos
El dolor golpeó de frente en la madrugada del domingo 3 de agosto sobre la Ruta 19. Un conductor a bordo de un Volkswagen Bora embistió por alcance a una familia que circulaba en dirección a San Francisco, provocando la muerte de tres niños y su padre. Un hecho devastador, evitable, pero tristemente repetido.
La indignación no tardó en explotar. Redes sociales, medios, conversaciones cotidianas. Y en medio de esa conmoción, el intendente de Arroyito pidió públicamente al Gobierno Nacional que reactive los fondos para finalizar la Autovía 19. Muchos criticaron el “momento” de su reclamo, pero ¿cuándo es el momento de pedir lo que puede salvar vidas? Porque esta obra no se paralizó ayer: lleva años de abandono entre administraciones que eligen mirar para otro lado.
Claro está, la responsabilidad no es solo del Estado. La tragedia expone una vez más las falencias que como sociedad seguimos arrastrando. Siete personas viajaban en un vehículo pequeño, sin cinturones de seguridad suficientes, vulnerables. Pero la mayor imprudencia vino desde atrás: un conductor que tenía su carnet inhabilitado por diversas infracciones de tránsito, volvió a subirse a un auto y terminó siendo protagonista de una catástrofe evitable.
Y entonces nos preguntamos: ¿por qué? ¿Por qué seguimos repitiendo estas conductas que todos sabemos están mal? ¿Qué nos pasa como sociedad que no podemos frenar, literalmente? El exceso de velocidad, las infracciones reiteradas, la doble línea amarilla… no son desconocidos. Sabemos lo que provocan. Y aún así, seguimos.
No se trata de buscar culpables en un solo lugar, sino de entender que estas muertes son perfectamente evitables. Pero no lo serán si seguimos eligiendo el camino de la indiferencia.
La pregunta es directa, incómoda, pero urgente: ¿qué más necesitamos los seres humanos para comprender que al volante, no sólo arriesgamos nuestra vida, sino la de todos los que nos cruzamos en el camino?
Carolina Mondino.