Una jubilada de 80 años fue embestida en avenida El Libertador y el conductor escapó sin auxiliarla

El viernes 12 de septiembre, en la ciudad de Alta Gracia, una mujer de 80 años fue atropellada por una motocicleta mientras cruzaba la avenida El Libertador.

Las imágenes del siniestro, difundidas el sábado 13 por el medio _Resumen de la Región_ , muestran cómo la jubilada, que no utilizaba la senda peatonal, intentaba atravesar la arteria cuando fue embestida por un motociclista que circulaba a gran velocidad. La víctima quedó tendida en el asfalto y, pese a la gravedad de la situación, el conductor huyó sin prestarle asistencia.

De acuerdo con fuentes médicas, la mujer se encuentra fuera de peligro. Sin embargo, lo ocurrido dejó al descubierto una vez más la fragilidad de la convivencia vial.

Más allá de las condiciones particulares del caso, lo que genera mayor indignación es la conducta del motociclista. El temor o el desconcierto pueden explicar una huida inicial, pero no justifican la ausencia de responsabilidad posterior. Presentarse ante las autoridades, reconocer el hecho y asistir a la víctima no solo es una obligación legal: es un deber humano.

La situación interpela a toda la sociedad: ¿por qué naturalizamos conductas que ponen en riesgo la vida de otros? ¿Por qué algunos creen que se puede dañar, huir y dejar atrás a una persona herida como si no existiera?

El tránsito no puede ser un espacio donde impere la ley del más fuerte o la indiferencia. Cada siniestro evitable nos recuerda que detrás de un volante o un manubrio está la posibilidad de cuidar o dañar vidas. La responsabilidad individual y colectiva es la única herramienta real para frenar la violencia vial.