León XIV fue entronizado como nuevo Papa con una misa multitudinaria y llamados a la justicia social y la paz mundial.
El nuevo Papa León XIV inició oficialmente su pontificado este domingo con una emotiva ceremonia ante más de 200.000 fieles en la Plaza de San Pedro.
Durante la misa, el primer pontífice estadounidense en la historia de la Iglesia católica recibió el Anillo del Pescador y el palio, símbolos de su nuevo rol como obispo de Roma y líder de 1.400 millones de fieles.
Con un estilo que equilibra tradición y compromiso social, León XIV pronunció una homilía centrada en la unidad de la Iglesia y la justicia económica global.
“Quiero una Iglesia unida que sea fermento de un mundo reconciliado”, dijo con emoción. También denunció un “paradigma económico que margina a los más pobres y explota la tierra”.
El pontífice, nacido en Chicago y naturalizado peruano, eligió su nombre en honor a León XIII, precursor de la doctrina social de la Iglesia.
Su estilo, aunque más formal que el de su predecesor Francisco, mantiene una clara continuidad en el enfoque pastoral hacia los más vulnerables.
Un papa con proyección internacional
Entre las 200 delegaciones presentes destacaron líderes como JD Vance (vicepresidente de EE.UU.), Volodimir Zelensky (Ucrania) y la presidenta de Perú, Dina Boluarte. También asistieron mandatarios de Colombia, Ecuador y Paraguay, junto a los reyes de España y altos representantes de religiones del mundo.
La homilía incluyó llamados a la paz en Ucrania y Gaza, y un emotivo recuerdo al fallecido papa Francisco: “Su muerte nos dejó como ovejas sin pastor”, dijo, generando aplausos espontáneos.
Retos para el nuevo pontificado
El papa León XIV enfrenta desafíos urgentes: escándalos de abusos, debates sobre el celibato sacerdotal, el rol de la mujer en la Iglesia y una sociedad global polarizada.
Ya en su primera semana como pontífice, mostró señales claras de compromiso con los derechos humanos, el diálogo interreligioso y la justicia social.
Desde el altar instalado en la plaza, acompañado del ícono de la Virgen del Buen Consejo –símbolo de su orden agustina–, el Papa dejó un mensaje claro: quiere una Iglesia presente, humilde y transformadora.