La 46.ª fiesta popular convirtió el 90 % de sus mil kilos de residuos en recursos útiles
La 46.ª Fiesta Nacional de la Bagna Cauda —orgullo gastronómico y cultural del departamento Río Segundo— reunió a más de dos mil personas en el Salón Municipal y, al mismo tiempo, consolidó un laboratorio de buenas prácticas ambientales. Bajo la coordinación de Silvia (Celeste) Suter, referente del Proyecto Municipal ¡Sí, Calchín Oeste recicla!, y su esposo José Palchetti, la comisión organizadora profundizó por cuarto año un plan integral de gestión de residuos que ya es referencia regional, con el compromiso, estímulo y aporte de la gestión Municipal encabezada por el Señor Intendente Municipal Mariano Vottero.
Panorama general
Del jueves 3 al martes 8 de julio, el operativo ambiental se extendió durante seis días ininterrumpidos. En ese período se generaron 1 000 kg de residuos y se lograron valorizar 900 kg (90 %) mediante reciclaje, compostaje o reutilización social y animal. Esa tasa de recuperación fue posible gracias al trabajo coordinado de dos responsables permanentes, tres auxiliares, cincuenta mozos instruidos para retirar de forma escalonada bandejas y vajilla, y cuarenta voluntarios en total, convocados por redes sociales y por distintas instituciones locales, que dedicaron cuatro horas diarias a la clasificación una vez finalizada cada jornada.
Volumen, equipo y metodología
En el día de la fiesta, la separación comenzó dentro del salón: primero se retiraron alimentos y bandejas intactas, luego vajilla y, finalmente, residuos sin clasificar. Cada lote llegó al “patio verde”, donde recipientes identificados permitieron clasificar pan, vidrio, corchos, plásticos, bandejas compostables, envoltorios para ecoladrillos y restos orgánicos destinados a aves y cerdos o compost.
Innovaciones 2025
El operativo de 2025 incorporó una batería de mejoras que reforzaron la economía circular desde el primer minuto. Balanzas digitales registraron el peso de cada fracción en el mismo punto de generación y dejaron datos certeros para registro y valoración.
Las bolsas verdes transparentes, visibles incluso en medio de la vorágine del salón, evitaron que el material ya clasificado regresara al circuito de basura común. La organización también multiplicó los puntos limpios: nueve tambores plásticos y dos juegos de cestos con señalética adecuada guiaron al público sin margen de error.
La eliminación de descartables avanzó otro paso: manteles, platos y cubiertos fueron alquilados y retornados, de modo que las servilletas quedaron como único insumo desechable. Por último, la logística inversa extendió la vida útil de cada recurso: las bandejas plásticas apenas usadas partieron hacia comedores comunitarios, mientras que corchos, tapitas y material para ecoladrillos, se les dieron distintos destinos sustentables.
De la improvisación al modelo
Celeste Suter recuerda el debut “caótico” de 2022, cuando tres personas afrontaron la descarga simultánea de 50 mozos: «Ese primer año aprendimos que el orden comienza antes de que lleguen los residuos. La curva de aprendizaje permitió que, en 2025, todo el material estuviera despachado a su destino final a las 18 h del martes posterior al evento, dos días antes que en ediciones previas.
Impacto regional y desafíos
La experiencia —única en el departamento— atrae interés y comentarios de otras localidades que buscan replicar el sistema. Suter advierte que los próximos pasos son formar nuevos coordinadores, implementar un sistema de compostaje y sortear las dificultades comerciales derivadas de la caída de precios del cartón y plástico reciclado tras la apertura de importaciones.
“Separar ya forma parte de la identidad local. El verdadero reto es demostrar que, además de ambientalmente responsable, el sistema puede ser económicamente viable”, señala la referente, quien trabaja cuatro horas semanales para el municipio y dedica muchas más a investigar prácticas exitosas en la provincia y el mundo.
Tradición, sabor y responsabilidad
Mientras el público disfrutaba de 2. 000 porciones de la clásica salsa de ajo, crema y anchoas, Calchín Oeste demostraba que la economía circular puede integrarse sin fricciones en una fiesta popular de 46 años. Cada cucharada de Bagna Cauda llegó acompañada de un gesto concreto de cuidado ambiental, reforzando el lema que resume toda la experiencia: “¡Sí, Calchín Oeste recicla!, todos podemos hacerlo”.



