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Herencia de Borges

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Ayer, el abogado Fernando Soto, apoderado de María Kodama hasta el momento de su muerte, brindó una conferencia de prensa. En vez de detalles y precisiones, hubo signos de interrogación sobre el destino de la obra de Jorge Luis Borges

Es que, según Soto, no se encontró hasta ahora ningún testamento en el que Kodama haya dejado su voluntad expresada. “Ella dejó todo arreglado, ya se informará”, había dicho el letrado el 26 de marzo, una hora después de que se confirmara el fallecimiento de la viuda y albacea de Borges. Una semana después el panorama es opuesto: “No dejó testamento”, dirá primero ante los periodistas. Y luego: “Su escribana de confianza no tiene testamento. Nadie de círculo cercano entre quienes consultamos conoce el testamento. Si al momento de entrar a su casa se encuentra un testamento, se tomará ese, pero las posibilidades son bajísimas”.

¿Y entonces? Ayer, Soto presentó ante la Justicia un escrito para que se tomen medidas urgentes de protección de los bienes de María Kodama, y para que se declare su herencia como “vacante”. Se presentó como “persona interesada” y también como acreedor de una deuda de Kodama por costas en el juicio que la albacea inició y perdió contra el escritor Pablo Katchadjian, que reversionó y amplió El Aleph y a quien la Justicia terminó avalando.

La Fundación Jorge Luis Borges, creada por Kodama para difundir la obra del escritor, funciona -siempre según lo explicado por Soto- “con financiamiento que dependía de María y con bienes que pertenecen a María”.

“Todo eso va a la herencia, no es de la Fundación. Y sin el financiamiento, la entidad tiene para mantener, no sé, tres meses”, especula el letrado, que rápidamente suma, también en su carácter de integrante de la Fundación: “Vamos a intentar ponernos de acuerdo, tenemos que convocar una asamblea, y ver cómo seguir adelante”.

“El presentarse como acreedor tiene que ver con que me da más acceso al pedido de la medida de herencia vacante”, asegura Soto.

“María alguna vez mencionó a un hermano, Jorge, con quién no tenía vínculo. Buscamos y aparecen dos Jorge Kodama, ambos fallecidos, pero podrían tener hijos o hasta nietos que, de presentarse, podrían heredar a María Kodama”, sostiene el abogado.

Heredar a María Kodama implica heredar el departamento en el que vivió la viuda en Recoleta, la sede de la Fundación Jorge Luis Borges, todo lo que haya dentro de esos inmuebles, también lo que haya dentro de los que alquilaba en París y en Ginebra, las deudas que tuviera pendientes, los derechos de autor por las obras que María Kodama creó, y, por sobre todas las cosas, los derechos de autor por la obra que creó Jorge Luis Borges.

María Kodama era la albacea de Borges: no sólo cobraba y negociaba los derechos de autor, sino que decidía sobre su obra. Cómo editarla, cuándo, con qué sello, a cambio de cuánto dinero. Se

trata de una herencia imposible de mensurar en dinero porque no se trata de eso, sino de ocupar un rol. Y sobre eso, hasta ahora, tampoco hay información disponible.

De nuevo la pregunta: ¿Y entonces? Los herederos de María Kodama, en caso de que efectivamente no aparezca ningún testamento, tienen diez años para reclamar su herencia.

Mientras tanto, la Justicia podría disponer de un curador que vele por la obra y de un administrador de los bienes (por ejemplo, una cuenta bancaria en la que se irían depositando los derechos de autor pagados por las editoriales).

“Si ningún heredero se presentara en el plazo de diez años, por lo que dicta el Código Civil, heredaría el Estado, pero el Estado local. En este caso, sería el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Lo que está previsto en estos casos es que se subasten o rematen los bienes y lo recaudado se destine al Fondo de Educación de la Ciudad.

En rigor, si el Estado heredara, podría rematar desde la sede de la Fundación Jorge Luis Borges hasta los derechos de autor de El Aleph, Ficciones o Historia universal de la infamia. Ninguna ley de preservación del acervo cultural lo impide (tal vez sea hora de pensar en una).

Ahora hay que esperar a que se decida abrir las casas de María Kodama a ver si dejó algo testado, y esperar a ver si aparece algún familiar suyo que reclame su herencia, y esperar a que la Justicia cumpla con los pasos necesarios, que empiezan por un pedido de inventario para preservar los bienes y terminan en pronunciarse respecto de quién está a cargo de lo heredado, y, eventualmente, esperar que los privados o el Estado preserven cuidadosamente la obra del escritor más importante que nació en la Argentina. Un verdadero laberinto borgeano.

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