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Ricardo Di Mario: la responsabilidad existencial del poeta

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El Premio Literario Provincia de Córdoba en el género de Poesía es el galardón del concurso que fue organizado por la Subdirección de Letras y Bibliotecas de la Agencia Córdoba Cultura. Allí compitieron 534 autores. En forma unánime, el jurado conformado por Griselda Gómez, Leandro Calle y César Vargas, escogió como ganador al libro “Ella también es todas ellas”. La obra fue presentada bajo el seudónimo “Nirvana” y pertenece al escritor Ricardo Di Mario. Aquí le presentamos al poeta íntimo.

Desde el silencio a la poesía

Tuve una niñez un tanto compleja en cuanto la vida familiar. Era un niño más bien silencioso, no jugaba fuera de la casa, y es así que no aprendí jamás a jugar al fútbol. Por ejemplo, mis diversiones venían cuando algún amiguito me visitaba. Con ese panorama, no puedo hablar de una vida de niño feliz y sonriente, como el típico modelo de los años sesenta. Hasta que por fin se separaron mis padres. Mi madre volvió a Villa Dolores, su tierra natal, trayéndome justo cuando comenzaba mi adolescencia, y vino el bello cambio de la alegría, los amigos, la música, el río y de alguna manera reconozco en ello mucha poesía. Luego, el juego de laboratorio con microscopio, tubos de ensayo, cristales y elementos marcó mucho el deseo de estudiar algo relacionado a la investigación, pero es recién bien entrada la adolescencia que hice esa proyección hacia el Derecho, o algo relacionado a eso. Sin embargo, cuando terminé el secundario e intenté esa carrera solo me gustaban las clases de historia, y eso terminó por definir la elección. La otra posibilidad era la literatura. Creo que elegí bien porque entre los amigos que estudiaron lengua no hay quién escriba, salvo excepciones. Mi mejor amigo está formado en la universidad de los años setenta en Filosofía y letras y es tan sólida su formación que no se permite ni la más mínima arrogancia de crear una frase.

La lectura siempre fue un placer y la historia un trabajo, fui y soy feliz así. En ese orden.

En el umbral de la literatura: “Liebres”

El primer libro de poemas fue “Cazador de Liebres” y lo escribí a los 25/26 años y ganó un concurso en un Partido del Gran Buenos Aires que se llamaba, por entonces, Gral. Sarmiento. Luego, los distritos se separaron y el premio quedó en San Miguel. Lo modifiqué varias veces antes de presentarlo en Último Reino, que era una editorial de las más prestigiosas de la época en poesía en Buenos Aires, y el dueño tardó bastante en contestarme si lo editaría o no. En esos años noventa, eran dos o tres editoriales que tomaban poesía para la publicación. También estaban Botella al mar y Ediciones de Tierra Firme. El editor un día me llamó y me hizo una devolución que todavía sigo agradeciendo porque era todo un aliento a seguir escribiendo y publicando. Con él decidimos el nombre definitivo del libro: “Liebres”. Tengo ensayos publicados de historia y política en formato libro anteriores a Liebres en el marco del trabajo académico.

Para entonces había consultado y mostrado el libro a personas que respeto mucho, una de ellas no está más entre nosotros: la neuquina Irma Cuña, y la tremenda Nora Nani, con quien compartíamos un mismo bar de poetas y locos que preferían la tertulia y la poesía a simplemente dormir por las noches.

La aceptación de ser “poeta”

Siempre me ha costado entender qué es realmente ser un escritor, y creo que tener una docena de libros publicados con distintos destinos y suertes no lo definen a uno como escritor. Hace poco tiempo que me gusta la idea de aceptarme poeta, porque eso implica una actitud que adoraría lograr frente a la vida, “ser un poeta” suena a poesía y a sueño, a anhelo de soñador. Sin embargo, me gusta mucho escribir narrativa, pero me gustaría hacerlo desde la poesía.

El mundo, hablo de nuestro mundo, se sostiene en una fina tensión entre lo ético y lo estético. La búsqueda de la belleza, aunque sea oscura y cruda requiere de una determinada fe pública, es decir un posicionamiento ético frente a la comunidad humana y sus vericuetos. No acepto la palabra que solo busca lo “lindo” por decirlo así fácilmente.

Los Hornillos: dejarse atravesar por el pasado y el presente del mundo que nos rodea

En Los Hornillos encontré tiempo y monte, Pacha y humanidad, libertad y naturaleza. Traslasierra es mágica, pese a nosotros que la habitamos, tanto a los nacidos y criados como a los recién llegados. En este valle desde donde escribo, conviven los distintos mundos que sostienen ancestralmente una especie de orden cósmico, y uno llega y tiene la posibilidad de ver o hacer que no ve nada y listo, seguir con la vida normal como en cualquier otro lado.

No estoy delirando ni soy un esotérico cultor de saberes ocultos, por favor no se me malinterprete. Soy más bien materialista en el sentido científico de la palabra, sin embargo, uno puede dejar atravesarse por el pasado y el presente del mundo que nos rodea en este valle. Sentir el arte como algo cultivado desde la naturaleza al hombre y viceversa. Una tierra de cultores de la palabra, la música, la pintura, y todas las artes.

Metamorfosis en la voz

Respecto a la palabra, el trabajo más gratificante es “El Mundo Circundante”, un libro editado por Alción en la ciudad de Córdoba hacia el 2018. Pude sentir un cambio profundo en esa voz que todo poeta busca incansablemente hasta el final, aunque entretanto uno se divierta con lo que va ocurriendo, como decía el recién fallecido Alejandro Schmidt. Este libro me permitió llegar a otros lectores y principalmente a ser leído en la comunidad que llamamos poetas de Córdoba. También lo presenté en Buenos Aires pero no hubo demasiada devolución desde allí.

Referido a algo más trascendental es, sin lugar a dudas, la creación y la coordinación del ciclo local llamado “La Noche del Búho”. Por ahí han pasado y espero que sigan pasando, no solamente poetas locales brillantes y bellos de todas las edades y gustos, narradores, novelistas, pintores, músicos, etc., sino escritores de los distintos puntos de esta provincia tan poesía, que es Córdoba.

“Ella también es todas ellas”: la responsabilidad existencial del poeta

Este libro es la sumatoria de poemas aislados que siempre van quedando de otras publicaciones pero que están unidos o intentan estar unidos por una fina trama relacionada a la ferocidad con que los hombres hemos tratado a la mujer durante miles de años. Es un acercamiento personal a la temática de género, sentido y escrito con mucho cuidado por la fragilidad del tema y por la mirada masculina que intenta ver como mujer. Dos razones que me impulsaron a este abordaje, diría mejor dos personas (una de ellas ignora el cimbronazo que significó la charla que tuvimos) me refiero a Alfredo Lemon, un hombre cabal, un poeta delicado y profundo. Él se preguntaba en una mesa de café frente a la noticia de un nuevo femicidio en Córdoba. Alfredo dijo “Y nosotros qué hacemos Ricardo con todo esto que está pasando? Y te aseguro que me siguió dando vueltas mucho tiempo esa pregunta, porque era existencial, era retórica, pero nos ponía en un lugar de responsabilidad o algo así. Somos poetas, pues hagamos poesía. No sé si el amigo cuando lea el libro se quedará conforme pero sí sé que me sacudió la pregunta y me llevó a escribir. La otra persona que tiene fundamental injerencia en este libro es Anamaría Mayol, mi amiga exquisita poeta y coetánea de Traslasierra, al menos temporalmente porque siempre viaja. Con ella pasamos el primer año de la pandemia leyéndonos poesía, sugiriendo cosas, modificando frases completas, releyendo cada metáfora, cada búsqueda. Fue así que nos presentamos en el Concurso literario de la provincia. Como un acto de compañerismo, me insistió que me presentara, enviándome las fechas, las bases. Por eso estaré en deuda con ella. Esta vez solo tuve más suerte.

El libro busca acercarse con un intento de mirada femenina a las mujeres que respeto o admiro y a las comprometidas mujeres del pasado y el presente a las que siempre admiraré desde mi madre hasta la más desconocida, desde la más real hasta la más “divina”.

Premio Literario Provincia de Córdoba género poesía 2020: un impulso, un abrazo

Hay una emoción que perdura y creo que perdurará por siempre y es el minuto cero en que me llama la directora de la Biblioteca de la Provincia y me da la noticia. No podría retratar con palabras lo que sentí y siento desde ese momento. Después, me llamaron los tres integrantes del jurado para hacerme saber de su alegría compartida por resultar ser un escritor del interior. Las palabras de estas personas se grabaron en mí y ahí están, me dijeron cuando vimos que eras vos, en el acto legal de apertura de las plicas, lo celebramos con un abrazo, porque es la región y es tu trabajo y porque sos vos. Cómo no voy a guardar la emoción después de esas palabras.

Es un premio en dinero, un monto simbólico y la edición del libro que será en el transcurso de este año, con todo lo que eso significa. También hay una cuestión de la edad, y no es porque me pese, todo lo contrario, recibir este aliento a los 60 es una acaricia para el alma, que no está cansada, pero está bastante trajinada. Un impulso, un abrazo y además es Córdoba, la docta, la amada Córdoba. Muchos escritores, poetas y amigos me han saludado desde entonces. Tengo un profundo agradecimiento a la comunidad y a todos.

No hay ningún cambio que no sea desde lo emocional. No he sentido otra cosa que alegría y así estoy, feliz.

Lo mejor después de la fama es verse en el espejo de la propia voz:

En términos cortazeanos diría que soy y seré siempre un cronopio y nunca un fama, y estoy muy contento con eso. No creo que haya en este premio algo adosado que implique ser famoso. Por otro lado, en un par de semanas, nadie se acordará de que yo lo gané. Solo quedará en mi memoria cotidiana, en la que nos ayuda a seguir adelante, la que vive en tensión con el olvido. Recordamos y olvidamos todo el tiempo, y está bueno que así sea.

Ahora si se hace referencia a que este instante trae un compromiso mayor que el que ya tenemos, o una especie de responsabilidad, lo tendría que pensar más, pero diría que sí. Que hay que cuidar más que antes la libertad de escribir, la intensa búsqueda de reconocerse a sí mismo, y creo que es muy difícil, y si no se logra por lo menos hay que intentar verse en el espejo de la propia voz. Así como uno se reconoce a veces en la voz del otro. Que es algo recurrente en los poetas, siempre pensamos que bueno esto o aquello, me hubiera gustado escribirlo yo, o creo que ya lo hice alguna vez.

“Elegir no significa desestimar a los demás”

Más que inspirarme en grandes escritores, ellos han sido muchas veces una guía. También es cierto que uno se acerca a determinado autor en distintas edades y circunstancias. Con el paso del tiempo elegir no significa desestimar a los demás. La poesía me llegó como de golpe en el secundario, por una publicación semestral que teníamos en la escuela, ahí aparecían poemas de los consagrados de América y de España, pero también los nuestros, los pequeños poemas que escribíamos para vernos luego en el diario de la escuela. Muy fuerte aquello. Es bueno crecer no solo en edad y descubrir otras voces. Después de leer los clásicos, los necesarios, los grandes poetas de la lengua, yo descubrí a Gelman teniendo un poco más de veinte años, y creo que primero me sorprendió la persona y luego el poeta. Creo que la historia argentina pasa por no solo la palabra de este hombre sino también por su cuerpo. Si debo nombrarlos, creo que influyeron en mí Girondo, González Tuñón, Alejandra Pizarnik, porque en ese tiempo y en los círculos que yo frecuentaba había cierta fascinación por ellos. Pero hay muchas voces que luego fueron llegando y que vuelan en mi cabeza, tales como Vallejos al que llegué a destiempo, o Juarroz, Olga Orozco, Joaquín Giannuzzi que fue muy importante porque sentía una cercanía coloquial en sus poemas, y todavía lo consulto cuando me taro en algo y no puedo moverme. Es decir, siguen siendo guías.

Labor del escritor antes de llegar al papel

Siempre tenemos algunos proyectos, libros sin terminar, ideas que primero se forman en el sentido y luego en la pantalla. Otras veces, me pongo a escribir como nadando en un océano inmenso y oscuro sin saber dónde está la costa, y me dejo llevar. Trato de entender o agrupar los sentidos más genuinos y verdaderos del momento inicial. Luego, reescribo. Pocas veces queda intacto el poema como cuando lo soñé y su música es perfecta, pero al plasmarlo es otra cosa y ahí se trabaja y mucho.

La narrativa la afronto de otra manera. Hay estructura previa. Sé dónde quiero ir, sea un cuento breve o una novela trato de seguir un plan, aunque haya luego que reescribir. Por eso considero que la narrativa es un trabajo y la poesía un deseo. Pero me divierto en ellos.

Hay épocas en las que escribo mucho, y guardo.

El romanticismo que reconozco en muchos acerca de escribir en papel no es mi caso. Yo soy muy productivo en la pantalla, que me permite volver una y mil veces, guardar corregir luego, y no tirar jamás un papel. Diría que sin la máquina me resultaría imposible terminar un trabajo, entonces directamente los comienzo en ella. Claro que todo esto se hace para volver al papel, porque al fin y al cabo los libros terminados están en papel. Recién ahí uno se siente con la obra concluida, aunque no siempre esté feliz con el resultado. Está terminado y se puede pasar a otra cosa. Eso es un alivio.

De escribir poesía a la autoedición

Ediciones del Callejón es un joven proyecto, pese a nosotros, en abril próximo cumplirá cinco años y estamos muy contentos con los resultados. La editora nació azarosamente por algo fatal que pasó en la ciudad, así tan grave como la desaparición de un joven editor en donde habíamos comenzado el proceso de edición de Aletheia, un poemario que llevamos a la ciudad buscando amparo. El cierre de esta editora nos llevó a la idea de autoedición y así fue que pensamos en un nombre que ya tenía historia en los años noventa en formato revista.

Hoy, la editora tiene más de treinta títulos en tres colecciones: narrativa, ensayo y poesía. Estamos muy felices porque nunca fue pensado como un negocio. Claro que es menester que sea sustentable para seguir el camino, pero todo escritor que se acerca a nosotros recibe principalmente acompañamiento, asesoramiento, y todo lo referente a la producción del libro. También lo acompañamos en presentaciones y en una suerte de distribución a concesión en las principales librerías de la ciudad y otros puntos que seguirán creciendo.

No creo aún pertenecer como editora a un mercado editorial y tampoco creo querer eso. Lo que sí deseamos es que el autor se lleve su material y esté orgulloso de mostrarlo, regalarlo, venderlo, exhibirlo. Principalmente porque creemos reconocer en quién se acerca a un compañero de camino. Esta es nuestra fortaleza.

Córdoba, lo mejor que le puede pasar a la poesía argentina

A decir verdad, lo que se siente y se observa en Córdoba como creo que ocurre en todas partes, hay cresta visible de iceberg y son los poetas, los grupos, las revistas, los cafés literarios, la feria provincial. Hay muchísimos círculos concéntricos que trabajan en torno a la poesía. Algunos, muy abiertos; otros, no tanto y otros directamente cerrados como logias que guardan el secreto de la construcción. Hay varias transversalidades en el mundo poético de la provincia. Así como hay mucha generosidad y puertas abiertas, invitación a sumarse, a agruparse, a verse, a participar de encuentros, de reuniones, de lecturas, etc. Una generosidad innata en el sentir de estas agrupaciones, siempre de bienvenida de acogida y compañerismo.

También hay historia y presente de poesía argentina en los contemporáneos. Hay poetas que uno admira profundamente. Entre los actuales, debería nombrar a muchos o los que la vida va llevándose lentamente como nos pasará a todos. Se siente un profundo sentido de la búsqueda de esa tensión de la que hablaba anteriormente entre la ética y la estética. Es una tensión de compromiso y poética que me despierta mucha admiración y deseo de pertenencia. Hay voces tan fuertes y claras que deberían quedar en la historia de la literatura nacional y de la lengua nuestra toda.

Lo que hay en Córdoba es libertad para crecer y posibilidades de superación. Hay poesía en todos los niveles de esta estructura literaria contenida en una superestructura mayor que es la literatura universal. Hay poetas contemporáneos que tienen una crudeza que haría temblar a cualquier lector de otros lugares de nuestra Hispanoamérica, hay juventud escribiendo, hay escritores maduros y consagrados, voces que van siendo reconocidas en todas partes.

Hay grupos más celosos que no desean abrir el juego pero que se animan a escuchar y a recibir para luego dar con la mano extendida. También están los pesimistas, pero a todos se los necesita, a todos.

Córdoba es lo mejor que le puede pasar a la poesía argentina.

Fuente: Hechos Media (Suplemento especial “El refugio de la cigarra” – Edición impresa, febrero 2021)

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