Después del fuerte revés que representó para el Gobierno nacional la enorme convocatoria que tuvieron las marchas universitarias de ayer en todo el país, por un lado planean continuar la negociación con las universidades por el Presupuesto, y probablemente mejoren la oferta que rechazaron las autoridades.
Pero se enfocarán, principalmente, en auditar. “Tiene que haber un organismo independiente de control, así van a saltar las cosas”, dijo un funcionario.
El objetivo de fondo es demostrar la hipótesis, deslizada a repetición por los pocos voceros del oficialismo, de que los mismos dirigentes que hoy dicen defender a la universidad pública en realidad la usaban “como caja”. “Es lo mismo que los gremios con las obras sociales”, dijeron.
Fuentes autorizadas de la Casa Rosada habían admitido que el control de ejecución presupuestaria depende de la Auditoría General de la Nación (AGN), como dicta la ley de Educación Superior, pero ayer deslizaron que no dejarán de insistir para auditar por fuera. Parten de la premisa de que la AGN, que depende del Congreso y cuyos miembros son electos por ambas Cámaras, es un órgano “partidario”, que “apenas audita o lo hace “de manera irregular”, justamente, porque responde a “intereses políticos”.
Saben que el camino para lograrlo no será fácil. Los rectores de las universidades, entre ellos el de la UBA, Ricardo Gelpi, su vice, el dirigente radical Emiliano Yacobitti; y el titular de la Universidad de San Luis, Víctor Moriñigo, que conduce el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), se pusieron en guardia ante el anuncio de los planes que hizo el Gobierno para revisar los balances, y recordaron insistentemente la condición de autonomía y autarquía de las instituciones que conducen.
El plan está en manos de la secretaría de Educación que conduce Carlos Torrendell y, particularmente, de la Subsecretaría de Políticas Universitarias que maneja Alejandro Álvarez. Ambos responden a la órbita de la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, que en los últimos días, a pesar de la convulsión que atravesó directamente a su cartera, se llamó a silencio absoluto y ordenó a los funcionarios de su órbita que hicieran lo propio.