Jerónimo Bonino, Micaela Mulassano, Ezequiel Fusero, Guido Bordese y Luisina Sismondi llegaron a la cima el domingo 29 de enero tras una caminata de 25 horas.

El domingo 29 de enero, un grupo de jóvenes de San Francisco y la región hizo cima en el Cerro Aconcagua, el pico más alto de América, con 6.962 metros.
Se trató de Jerónimo Bonino, Micaela Mulassano, Ezequiel Fusero, Guido Bordese y Luisina Sismondi.
Luego de 25 horas de caminata, el grupo hizo cumbre el domingo 29 de enero, cerca de las 16 horas.
Bonino fue quien encabezó el desafío, que ya había encarado en otras oportunidades.
El coordinador contó que la idea surgió junto a un compañero con quien tiene un grupo de entrenamiento de ciclismo, Guido Bordese, el cual cumple 10 años, por lo que querían intentar escalar el cerro en bicicleta: “Queríamos ver si nos dejaban. Si bien por ahí parece una locura, ya se ha hecho en otras oportunidades. Estuvimos tramitándolo desde junio del año pasado, parecía que sí y al final no nos terminaron autorizando”.
“Paralelamente a eso, yo venía organizando también el viaje para llevar gente. Y de ahí que se sumaron Micaela Mulassano y Ezequiel Fuseropara hacer el trekking, el viaje convencional. Cada uno estuvo entrenando por su cuenta desde mitad de año, un poco antes también, y se armó un muy lindo grupo más allá de que no nos conocíamos”, agregó.
Bordese, ya había hecho cumbre con Bonino en 2015, pero para los otros tres jóvenes, la novia de Guido y los demás escaladores de San Francisco, fue la primera vez.

La travesía
El grupo le puso 13 días para llegar a la cima.
“Este año el Aconcagua venía con un clima medio complicado. Nosotros veníamos siguiendo las redes sociales del Aconcagua y los primeros 15 días de enero nevó con más de tres metros acumulado total de nieve, muy fuera de lo común para la temporada. Muchas expediciones directamente ni pudieron intentar cumbre, se tuvieron que volver. Pintaba medio complicado”, sostuvo Bonino.
La zona baja la realizaron con buen tiempo. Pero en otros sectores, el panorama no era el mismo: “Cuando llegamos a Plaza de Mula se abrió una ventana de buen tiempo para los que ya estaban más arriba, y empezaron los accidentes, fueron varios días de incertidumbre de si íbamos a poder o no porque la nieve empezó a congelarse rápidamente, entonces se hicieron planchones de hielo donde la gente se patinaba y se ponía peligroso. Hubo un montón de evacuaciones, al helicóptero uno lo veía todos los días sobrevolar la zona. Veíamos que se empezaba a poner difícil”.
Llegado el día de hacer cumbre, el pronóstico era alentador, tanto para el sábado como para el domingo. Pero una nevada los preocupó.
Así fue que salieron a caminar a las dos de la madrugada y, cerca de las cinco, ya estaban en el último en campamento. “Llegamos a lugares clave, en donde habían pasado los accidentes, casi sin gente. Eso también fue muy bueno porque por ahí los accidentes pasan cuando se empieza a amontonar gente que sube y baja. Y como el sendero es muy angosto, el hecho de que no haya habido gente nos vino bien y pudimos transitar toda esa zona medio peligrosa con tranquilidad”, detalló.
A paso lento pero firme, lograron la cima: “No se da siempre y fue muy lindo para nosotros: logramos llegar los cinco a la cumbre”.